
Guanajuato, Gto., 3 de julio de 2025.- ¿Qué está causando las brechas de género que observamos en el mercado laboral? Esta pregunta guía las investigaciones de la Dra. Coralia Azucena Quintero Rojas, profesora del Departamento de Economía y Finanzas de la División de Ciencias Económico-Administrativas de la Universidad de Guanajuato (UG).
La académica subraya que esta problemática no es exclusiva de México, pues incluso en países desarrollados la participación laboral de las mujeres es entre 20 y 30 por ciento menor que la de los hombres.
Durante las últimas dos décadas, se ha identificado que, de cada 100 hombres en edad productiva, aproximadamente el 70% permanece activo laboralmente. En contraste, solo el 40% de las mujeres en la misma situación participa en el mercado laboral. Aunque la brecha se ha reducido, continúa siendo de al menos 30 puntos porcentuales.
Este fenómeno, explica la Dra. Quintero Rojas, es transversal a todas las economías y tiene raíces sociales profundas, “lo que conocemos como normas sociales, que son reglas, a lo mejor no leyes escritas pero que sí gobiernan en gran parte el cómo nos conducimos en sociedad; entonces, una norma de género muy presente en muchas economías ha sido la de los roles de género tradicionales, que conciben al hombre como principal proveedor y a la mujer como principal cuidadora de casa. Eso, queremos o no, ha moldeado las relaciones en la sociedad, entonces ¿quién va a salir a procurar el sustento y quien se va a quedar? Es lo que en gran medida constituye una barrera para las mujeres”, explicó.
Una brecha similar se observa en el ámbito académico, tanto en el nivel de estudios alcanzado como en las carreras elegidas. Esta diferencia se acentúa cuando las mujeres, tras egresar de una carrera profesional, no ejercen porque se dedican al cuidado del hogar, “la sociedad no está preparada como para proveer esos servicios que dejaría de ofrecer la mujer en su hogar en caso de salir al mercado a buscar trabajo. Entonces, si tenemos que pensar como sociedades, qué hacer para que las mujeres en general nos podamos integrar mejor al mercado laboral y a la esfera pública, pues se requerirá que la sociedad vea la manera más justa y equitativa de distribuir los cuidados del hogar”.
De acuerdo con datos del INEGI para el primer trimestre de 2024, las mujeres mexicanas dedican en promedio 19.5 horas semanales a los quehaceres del hogar, mientras que los hombres solo 6.6 horas. En cuanto al cuidado no remunerado de miembros del hogar, las mujeres invierten en promedio 20 horas por semana, frente a las 11.7 horas de los hombres. En total, las mujeres destinan en promedio 39.5 horas semanales a trabajos no remunerados en el hogar.
En lo que respecta a la brecha salarial, esta suele oscilar entre 15 y 20 puntos porcentuales. Sin embargo, advierte la especialista, este problema no es tan visible debido a que muchas mujeres ni siquiera logran incorporarse al mercado laboral, que es el primer filtro.
¿Una posible solución? Valorizar la economía de cuidados, de acuerdo con la Dra. Coralia Azucena Quintero Rojas, “A nivel de instituciones se debería invertir más en proveer espacios para el cuidado de los hijos pequeños, es una política interesante que he visto en empresas, ya sea de sector público o privado y también de organizaciones no gubernamentales y civiles; todos tenemos que participar en reducir esa brecha. Me parecen muy interesantes iniciativas como una especie de cooperativas de mujeres para mujeres, para ofrecer guarderías comunitarias sobre todo en áreas rurales donde se organizan con apoyo de alguna ONG”.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU incluye, como Objetivo de Desarrollo Sostenible número 5, la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas.
Este enfoque reconoce que la desigualdad de género es un problema complejo y multidimensional, que requiere atención desde múltiples dimensiones de política pública, incluso desde las universidades. Se puede generar un impacto positivo a largo plazo al “Vincular a las universidades con las necesidades de la comunidad y fomentar emprendimientos que, además de ser financieramente viables, resuelvan necesidades sociales como los cuidados. Si no hay quien cubra esos servicios, nuestros emprendedores universitarios pueden ser quienes los provean. No solo procurarán su propio empleo, sino que también fomentarán el espíritu emprendedor desde edades tempranas”, concluyó la Dra. Coralia Azucena Quintero Rojas.