Avengers, o dejad que los niños vengan al cine

Una película épica no apta para niños de la época

León, Gto., 15 de Mayo.- En un escenario de desolación, de devastación no dantesca sino nostradamusesca, está Thanos sentado, en apariencia rendido… A este sitio llegan tres Avengers y se preguntan que ese qué hace ahí y se disponen a matarlo, luego de que en otro espacio y en otro tiempo ya lo habían hecho y decididos van hacia él… Entonces un niño en el cine grita “¡no lo maten!”.

Fue hasta entonces cuando me di cuenta de la falta que Thanos le hacía al mundo, porque muchos como mi hijo, se quedó con la idea de que Thanos era invencible y a pesar de ser villano de villanos, tenía una fascinación indescriptible.

Esperar tanto, luego del estreno de Avengers, endgame, además del tiempo que duró la producción de Marvel en la película, para que por fin con toda la emoción del mundo venir a Cinépolis, y en la Sala Junior (porque no había en otra), divertirte y conmoverte, tanto con la cinta como con las ocurrencias y reacciones de los niños, valió la pena pagar los 70 pesos adulto y 60 pesos niño (butaca normal), más lo de la dulcería…

Debes entrar antes del inicio de la peli para que tus niños puedan disfrutar los juegos que hay en la sala, acondicionada y decorada para enanos, el alto tobogán que termina en alberca de pelotas, los caballitos de resorte, el estanquillo del cine con golosinas, los chiquillos corriendo desde todas las butacas hasta las áreas de juegos, quitándose los zapatos a instancia de la empleada del cine que tiene paciencia de santa. Diría Jesús, dejad que los niños vengan al cine…

La gritería de escuincles en sensorround (no sé si todavía se usa esta tecnología, pero para el caso sirve, porque ahora todo es digital) cuando se anuncia que pasen a sus lugares porque la función está por comenzar… y la muchacha educadora ayudando a los rezagados.

El niño de a lado tiene un insoportable olor pipí y no te puedes cambiar porque los lugares tienen letra y número, solo puedes recargarte al otro lado. A pesar delos preámbulos de la película antes de momentos de acción, todos los espectadores ponemos atención, porque seguro la mayoría cae en la categoría de seguidores de la saga, sin ser cinéfilos o frikis.

Luego de que en la cinta anterior fue ultimado el 90 por ciento de Vengadores “basura”, a decir de Thanos, ahora urge reunir las seis gemas para recomponer el mundo que también ha sido diezmado en un 50 por ciento. Todo eso se logrará con viajes por el tiempo…

Cuando van apareciendo los Avengers sobrevivientes, cada uno se acompaña de aplausos. El que divierte más y las risas no terminan es Thor, que una depresión existencial lo ha convertido en un panzón, llantudo, que se la pasa bebiendo cerveza y degustando algún bocadillo asqueroso, y los niños festejan todos los calificativos que le da a Thor, Cohete, el mapache superhéroe: “Ándale panzas”.

Cuando los Avengers, que estuvieron en otro plano, quizá muertos de alguna manera pero vivos de otra, según lo relata el joven Spiderman (ese que nos hizo llorar cuando no se quería ir), cada uno causa emoción y aplausos, pero no al grado de Groot (el árbol adolescente), porque la expresión yo soy Groot, se repite en toda la sala de manera interminable “¡Yo soy Groot!”, “¡Yo soy Groot!”, “¡Yo soy Groot!”, “¡Yo soy Groot!”…

Todas las bromas de la película tienen su resonancia de carcajadas, que hacen reír más al que más. Pero nadie querrá saber que el sufrimiento se extiende hasta el sollozo, los mocos y la “¡Ay no, por qué!”, cuando alguien muere. Pero no vamos a decir quién o quiénes van más allá del superheroísmo, al sacrificar su propia vida o sucumbir por sus amigos y por toda la humanidad. Eso se agradece.