Agencias, 1 de octubre de 2024.- Claudia Sheinbaum asumió el cargo el martes para convertirse en la primera mujer y la primera persona judía en liderar a México en dos siglos de historia independiente del país.
“Por primera vez, llegamos las mujeres a conducir los destinos de nuestra hermosa nación”, dijo Sheinbaum durante la ceremonia de investidura el martes. “Y digo llegamos, porque no llego sola, llegamos todas”.
Miles de personas abarrotaron el Zócalo, la plaza principal de Ciudad de México el martes por la tarde para esperar a que Sheinbaum se dirigiera a sus partidarios.
Licet Reséndiz Oropeza, residente en Tijuana, viajó más de 50 horas en autobús para estar en la capital el día en que una mujer se convertía por primera vez en presidenta del país.
“Es algo histórico”, dijo Reséndiz Oropeza. “Es una alegría que no puedo empezar a describir”.
Sheinbaum, otrora jefa de gobierno izquierdista de Ciudad de México, triunfó en las elecciones de junio con el mayor margen desde que México tuvo su transición a la democracia, y con un amplio mandato para cumplir su promesa de continuar las políticas sociales de su antecesor y mentor político, Andrés Manuel López Obrador.
Pero si bien Sheinbaum llega al cargo con un poder considerable en sus manos, también tendrá que enfrentarse a una variedad de fuerzas que pueden limitarla, en opinión de los analistas.
Hereda un complejo conjunto de retos: el mayor déficit presupuestario en décadas, una crisis de seguridad cada vez más profunda, el mayor flujo migratorio de la historia reciente y un movimiento político díscolo que ha rediseñado profundamente el poder judicial, entre otras instituciones.
Sheinbaum es conocida como una ejecutora capaz, pero no como un talento político trascendente como su predecesor. López Obrador construyó todo un movimiento en gran medida en la fuerza de su carisma y reforzó su enorme influencia con una conferencia de prensa matutina que utilizaba prácticamente a diario para mantener a raya a sus aliados y arrinconar a sus adversarios.
Ahora, el partido que él fundó, Morena, tiene un control casi hegemónico sobre el sistema político del país, con una supermayoría efectiva en el Congreso y el control de la gran mayoría de las legislaturas estatales y gobernaciones.
Pero con su expansión, el partido se ha convertido en una amalgama de facciones dispares que no siempre comparten los mismos objetivos o visiones. Algunos analistas se preguntan si Sheinbaum será capaz de controlar a una coalición tan inquieta.
“Ya no tiene el control del partido como sí la tenía López Obrador”, dijo Fernanda Caso, periodista y analista política, quien añadió que en el mejor de los casos, más que unir al partido, Sheinbaum lograría unificarlo. “Constantemente va a vivir con las luchas internas dentro de su partido, pugnas de poder”.
También hay dudas sobre el grado de influencia que López Obrador ejercerá sobre su protegida. El gabinete de ella está repleto de los aliados de él y el hijo del expresidente, conocido como Andy, fue nombrado recientemente para uno de los puestos más poderosos del partido.
Sheinbaum ha estado cerca del presidente saliente durante décadas y ha insistido en que tendrá las mismas prioridades y políticas que López Obrador, no porque sea su marioneta, sino porque realmente cree en él.
“Está ejerciendo un liderazgo quizá más silencioso de lo que estamos acostumbrados en la política machista mexicana. Pero ese liderazgo está ahí”.