Así es la democracia

Psic. Juan José Alvarado
Psic. Juan José Alvarado

El camino recorrido por las cuestiones democráticas, políticas y electorales es largo y vaya que muy basto. Recuerdo que desde niño se hablaba en las charlas de sobre mesa de estos temas, pues había en aquel entonces, al menos dos grandes momentos para esto en el día, pues aún existía la costumbre de comer y merendar todos, en familia alrededor de la mesa.

En una cabecera mi papá y en otra mi mamá, ambos platicaban los pros y contra de los partidos políticos, de la democracia y del ejercicio del voto, lo cual, se mantenía en una especie de secreto, pues esa era la costumbre y la privacidad a que se tenía derecho.

Fuimos creciendo y uno a uno tramitamos la credencial de elector, según nuestra edad, para que el domingo indicado por el calendario electoral, nos presentamos a la casilla indicada a ejercer el voto.

Siempre ha habido comentarios, los pros y los contras, pero siempre el respeto por la decisión de cada uno. Aunque ya adultos, todos acudíamos a votar, esa la costumbre. Pero ya en la casilla, había dos grandes posibilidades, como pienso y sostengo que debe de ser: votar, por cualquiera de los candidatos o anular el voto.

Vaya que siempre ha habido un voto razonado, informado, nada de voto útil o voto de castigo, nada de “comerme la sopa, aunque no me guste”, eso es el ejercicio en la libertad política.

Nos tenemos que presentar en las casillas y mostrar, no solo a quien apoyamos, sino también a quienes no apoyamos, pues los actores políticos, deben de saber con seguridad cuál es el número de electores que realmente los acepta y claro que es importante saber los que no lo hacen, así como los que no apoyan a nadie y los que no quisieron ir a votar.

Que cada uno vaya y tache la boleta electoral como mejor le plazca, aun no hay forma de saber qué boleta ha sido utilizada por cada uno de los ciudadanos. Es parte de lo que se preserva, la secrecía del voto.

Acudamos con la intención de que al país le vaya bien, ya basta de apostarle a la destrucción de México, diciendo que lo mejor es A y lo peor es B. Estamos no sólo en el mismo barco sino en el mismo mar.