Amor eterno

Juan José Alvarado, columnista en Platino News

Para nada se trata del Arte de amar de Ovidio, menos de un refrito burdo que hizo siglos después Erik Fromm. Esto es algo más dramático, más devastador, más ruin que hunde más nuestra ya deteriorada sociedad. Y que nadie me acuse de mocho o conservador.

La argentina Esther Vilar adelantó algo en su obra “El Varón domado” cuando dice que muchos de los logros de las mujeres son concesiones de los hombres o que han cedido lugares que ya no les interesan.

La revolución sexual de Wilhelm Reich de antes de la segunda guerra mundial, cimbraron a la sociedad europea y en general a occidente, así como las investigaciones posteriores de los íconos de lo sexual como Kinsey, el matrimonio Masters y Johnson, los informes de mujeres y hombres sobre sexualidad de Hite.

Aquello del Casanova o del deprimente Don Juan, han pasado al olvido, no de moda. Pues no galanes, (muchos no los son) tienen ya a su disposición toda una pléyade de damas, (antes damiselas) no sólo a su alcance, como si fueran un casanova, sino a su disposición.

Aquellos de conquistar, seducir, agradar, el quedar bien, ya no es necesario, vamos, es obsoleto. Se desnudaba a la mujer con la vista, con la imaginación, algunos, los menos hábiles o agraciados, tenían que gastar en comidas o cenas, vinos o cervezas y los más limitaditos en una “yumbina” para poder estar, sexualmente, con una mujer.

En pro de las libertades, lo cual siempre he y habré de defender, entre otras la libertad sexual, se da de todo, pero en la osadía del ejercicio de una libertad está el pagar el precio y en ocasiones es mejor no pagar dicho precio.

Si ahora muchas, pero muchas mujeres van con poca ropa, ellas se embriagan, se drogan, ponen sus vehículos y pagan el motel…así entonces los Casanova o los Don Juan, tienen el trabajo hecho.

Los casanovas no se metían a la cama con cualquiera, ni el ramplón Don Juan. Hoy tenemos a muchas que se meten a la cama con cualquiera, vamos, a muchos ni los conocen, son producto del encuentro fortuito en una reunión, en un antro, en la universidad o en las redes sociales.

Pero pregonan que ellas eligen, que ejercen su libertad, que nadie tiene que limitarlas, y puede ser cierto, pero son pocas las que, para hacer pareja a largo plazo, se encuentran a un Sarkozy, aunque los ingleses, siempre estarán prestos para inundar las calles de Londres con fotos de la dama desnuda.