Los recientes hechos en los que hemos visto una confrontación entre el presidente López Obrador y el periodista Carlos Loret de Mola, merece un análisis, un posicionamiento y ciertamente, una discusión. Sabemos que es difícil porque en la actualidad se ha exacerbado la polarización, pero existen temas de interés público que por muy difíciles que sean es indispensable comentarlos.
A finales del mes de enero, Latinus y Mexicanos Contra la Corrupción dieron a conocer un reportaje donde se muestran las casas lujosas que habitó el hijo mayor del presidente López Obrador: José Ramón López Beltrán con su familia. La primera de ellas, perteneció a un directivo de la empresa Baker Hughes en un posible conflicto de interés. El reportaje subrayaba que el nivel de vida de su hijo no se acerca a lo que el presidente señala durante sus conferencias mañaneras sobre la austeridad.
El viernes siguiente, el presidente dio a conocer información de los ingresos que percibió el periodista Loret de Mola durante el año 2021, aparentemente por información proporcionada por ciudadanos. Dichos ingresos fueron comparados con los del propio presidente para hacer notar la desproporción de los mismos.
Esto provocó una amplia gama de reacciones en las redes sociales durante el fin de semana pasado; sin embargo, el presidente se mantuvo en sus dichos y presentó una carta que hizo llegar al Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI).
Como señala el periodista Zepeda Patterson lo realizado por el presidente es: “un despropósito jurídico, político, ético y mediático”. Por las siguientes razones:
Jurídicamente porque es evidente que viola el derecho que tenemos los ciudadanos para la protección de nuestros datos, inclusive podría tener consecuencias administrativas al tratarse de una autoridad, siendo el propio presidente. Difícilmente podría sacar algún beneficio en caso de llevarlo a tribunales.
Políticamente, el presidente se centró en el periodista y no en la información, en el contexto en el que varios periodistas han sido asesinados en México. Por otra parte, las respuestas que fueron apareciendo en lugar de resolver la crisis, la fueron ampliando. También, aparece intransigente y autoritario como le cuestionan la mayor parte de sus críticos políticos. Finalmente, el discurso de una doble moral en la familia presidencial ganó terreno en la opinión pública.
Éticamente, como señala el periodista Hernán Gómez los hechos del presidente responden más a una lógica vengativa que a una respuesta racional. Más aún, el presidente no puede buscar alcanzar un bien, haciendo un mal y por difícil que parezca es lo que denota esta acción. Si la información que presentó el presidente terminara siendo falsa, también incurriría en difamación y agravaría la situación. Incluso, si llegara a prosperar su solicitud a determinadas instituciones podría caer en la corrupción que tanto ha criticado porque se trataría “del abuso del poder para beneficio privado” (Transparencia Internacional).
Mediáticamente la presidencia no pudo darle el giro a la situación ni apagar la crisis y se mantuvo como uno de los principales temas. En las redes sociales tuvo una amplia difusión y hasta el propio presidente acusó que se trató de la presencia de bots.
Por cómo hemos visto al presidente, el reportaje periodístico sobre su hijo le ha afectado considerablemente. Es muy probable que no esté escuchando a sus asesores legales ni a su círculo cercano de colaboradores para salir de la crisis.
Con la carta que presentó el día lunes no se observa la luz a final del túnel; por el contrario, se puede ver que la crisis se prolongará. Gobernantes, legisladores, periodistas, analistas y ciudadanos simpatizantes del presidente ya han mostrado su respaldo y han comenzado replicar sus argumentos; lo cual, es completamente normal, pero no será suficiente para salir del problema. Por lo menos, harán falta dos cosas más: un mínimo de autocrítica y esclarecer las dudas.