Amaneceres y despertares

Doctor Arturo Mora Alva, investigador, escritor, académico y columnista Platino News

“No le faltan encantos a este hermoso mundo ni tampoco amaneceres para los que merece la pena despertar…” –Wislawa Szymborska

“Creo que el amor es el combustible que necesitamos para continuar viviendo. Algún día ese amor puede terminar. O puede no significar nada. Pero incluso si el amor se desvanece, incluso si no es correspondido, todavía es posible mantener el recuerdo de haber amado a alguien, o de haberte enamorado de alguien. Y esa es una valiosa fuente de calor.” –Haruki Murakami

“Y quizás el verdadero objetivo de mi vida sea este: que mi cuerpo, mis sensaciones y mis pensamientos se conviertan en escritura, es decir, en algo inteligible y general, y que mi existencia pase a disolverse en la cabeza y en la vida de los otros…” –Annie Ernaux

Hay amaneceres que por inéditos nos despiertan, y no se trata de abrir los ojos solamente. La consciencia de auto percibirnos de aceptar que estamos viviendo con la intensidad es abrir la mente a lo que vamos siendo y a la necesidad de asumir la vida como un presente en el aquí y el ahora. No se trata de un pragmatismo estéril, no es un optimismo tóxico o falso, no es la frase motivacional del día, ni la cábala de la fortuna que anuncia el futuro.

Amanecer es sentir esa luz que desvanece la oscuridad de la noche. Es sentir como los sentidos se crispan y nos hacen sentir que tenemos un cuerpo en el que la sangre se agita y en donde los latidos del corazón ejecutan una melodía que recorre venas y arterias, que irriga piernas y brazos, que nutre de al cerebro de nutrientes y oxígeno. Ver el amanecer es tomar conciencia de la respiración y de cómo se llenan los pulmones del aire filtrado por la mañana y hacen que el pecho se hinche de vida, esa que nos define como únicos e irrepetibles.

Despertar es evocar quienes somos y quienes vamos siendo. Las personas cambian y vamos aprendiendo y asumiendo compromisos, retos, aprendizajes y también voluntades. La libertad se parece más a la voluntad y la conciencia despierta de uno mismo. Las metáforas abundan para hablar de iluminación como sinónimo de despertar, desde la idea muy socorrida de llamarnos seres de luz como alegoría que nos remite al amanecer, al sol y al fuego como fuente iluminación.

Yo he conocido personas que iluminan la vida de las personas, una sonrisa, una palabra amable, un abrazo, un beso, un gesto de amabilidad hace que la vida sea por un momento especial, porque habrá que aceptar que muchas personas de pronto no tienen un motivo para levantarse algunas mañanas, el panorama es oscuro, negro y hasta dramático y esas personas que de la nada salen, en una calle, en un mercado, en el auto de a lado, en la oficina, en el trabajo como con un movimiento de magia, un sortilegio, hacen que los neurotransmisores se activen y podamos sentir un disparo de alegría, de poder esbozar una sonrisa, de sentir nuestra  respiración como si la brújula interna encontrara el centro magnético que se nos había perdido.

Despertar también tiene que ver con tener la capacidad de ver lo que no vemos de nosotros mismos, cualidades y defectos, virtudes y vicios, amenazas y oportunidades. Despertar es quitar la venda de los ojos, es cambiar de lentes, es aceptar que nuestra ceguera que no permite hacernos cargo de lo que hacemos y de lo que somos, las más de las veces desde inconsciencia y la ignorancia. Ese abrir los ojos lastima la retina, hiere el iris y nos hace que los ojos duelan.

Despertar la consciencia duele. Pero sin dolor no es posible hacer el proceso de ajuste de la mirada, de cubrir los ojos con las manos y movernos para poder disminuir la percepción de la intensidad y poder empezar a ver de otra forma, de aceptar que hoy otras perspectivas, que el color de las cosas dende de nuestros lentes, que la vida se muestra en matices y tonalidades, que cabe decir que el espectro visible del ojo humano está entre el la luz ultra violeta y la luz infrarroja, puede distinguir 10 millones de colores aunque solo tengamos nombre para unos cuantos.

El amanecer es un momento astronómico, y hay un instante en la madrugada en el que se desvanece la noche y el día se hace presente. Algo que no es ni la noche ni el día, un momento de transición que es una experiencia vital que permite entender los cambios en la vida que tenemos, que muchas veces son imperceptibles pero que, si se toma consciencia de ellos y los hacemos hábitos para nuestro bienestar, el despertar se convierte en un proceso de revelación y de descubrimiento.

Muchas veces no podemos despertar solos, otras veces los amaneceres los vivimos entre pardes y cortinas, entre muros y ceguera voluntaria por lo que se requiere ayuda para ver, sabiendo que dolerá el proceso de mirarnos con todo lo que somos y hemos sido, pero con la certeza de habrá cosas que no veíamos, que hemos volteado la cabeza para no mirar, que hemos cerrado los ojos y hemos hecho cosas no queremos ver.

Despertar también es amar y sentir la existencia. Despertar es saber de la finitud de la vida. Despertar es aprender a percibir y vivir el tiempo de otra manera, a poner el reloj a tiempo, sin que se atrase, ni se adelante. Lao Tse escribió en el siglo VI a.c. la “depresión es vivir en el pasado, ansiedad es vivir en el futuro, la felicidad es vivir en el presente” y todavía no logramos ver la sabiduría de sus palabras escritas hace 8 siglos. Despertar no solo es abrir los ojos, es también soñar despiertos y aceptar que el deseo -inconsciente- nos mueve, aunque no lo veamos o no queramos ver lo que nos implica, y que es al final de cuentas la pulsión de vida la que nos hace que vivir despiertos, pero necesitamos estar dispuestos a sentir en carne propia cada amanecer.