León Guanajuato a 13 de Octubre.-Durante el sexenio de Carlos Salinas (1988-1994) se conformó el primer club o sindicato de gobernadores. Eran puros tricolores, y formaban parte de la membresía los mandatarios de Aguascalientes, Tlaxcala, Tamaulipas, Veracruz y Nuevo León.
En aquella época decían que era un bloque para apoyar incondicionalmente “al jefe” porque algunos se mostraban indisciplinados.
En el año de 2001, en Mazatlán, Sinaloa con la asistencia de 20 gobernadores se decidió hacer un bloque de mandatarios locales. Iniciaron las charlas, reuniones periódicas, y negociaciones, y así el 13 de julio de 2002 en Cancún, Quintana Roo nació la CONAGO.
Con la voluntad superior de los estados con el Pacto Federal se creó la Conferencia Nacional de Gobernadores, con la fuerza de todos los gobernadores del PRI y del Partido de la Revolución Democrática.
Un año después, en San Luis Potosí, se integraron los gobernadores del Partido Acción Nacional, quienes solicitaron establecer una agenda común, buscar el mejor diálogo posible, y fortalecer juntos el pacto federal, al igual que trabajar de manera integral.
Fue hasta mediados del 2018, el 3 de julio para ser exactos, que se creó la GOAN (Asamblea de Gobernadores de Acción Nacional). Ahí los 6 panistas, titulares de ejecutivos locales, dejaron claro que la democracia y el diálogo son la única vía para darle certidumbre social, política y económica al país.
Se de debilitó la CONAGO, pero ningún panista la dejó. Siempre traían puesta dos cachuchas: la Conferencia de Gobernadores, pero vestían camisa, corbata o chamarra azul. Su corazón latía a la derecha.
En septiembre de este año, 10 gobernadores (del PRI, PAN, el único de Movimiento Ciudadano, el único independiente y el único del PRD) le dijeron adiós a la CONAGO, porque consideraron que ya no cumplía con su función de defender la soberanía de los estados. Sobretodo se agruparon para intentar ser contrapeso del gran poder que ostenta Andrés Manuel López Obrador -ganado en las urnas, con más de 30 millones de votos, y la mayoría de su partido y aliados, en la Cámara de Diputados.
Crearon ya una agencia de promoción económica a nivel internacional, ante la desaparición de ProMéxico; intensificaron la relación comercial con países asiáticos y europeos; elaboraron un padrón de médicos y enfermeras, para atender la demanda de los problemas normales y de manera particular, el tema de COVID-19 y crearon un esquema para aprovechar la experiencia de la OCDE, para las estrategias de promoción de la economía a nivel estatal y regional.
No han logrado la renuncia del subsecretario Hugo López Gatell, y aunque ya consiguieron que el presidente López Obrador les diga que revisará el pacto fiscal, en nada ha cambiado aún dicho pacto.
Viena ya la primera batalla legal: interpondrán 10 controversias constitucionales, una acción de inconstitucionalidad en conjunto con algunos legisladores y promoverán la presentación masiva de juicios de amparo contra la desaparición de 109 fideicomisos.
Pero la verdadera batalla es la electoral, todo lo demás es derecho de pataleo y grilla. Los que debemos preguntarnos es si la Alianza Federalista:
-¿Podrá arrebatarle la mayoría en San Lázaro a López Obrador?
-¿Jaime Rodríguez Calderón “el Bronco” podrá dejar en manos de la oposición la gubernatura de Nuevo León?
-¿Javier Corral Jurado podrá dejar en manos de la oposición la gubernatura de Chihuahua?
-¿Miguel Riquelme mantendrá el control político tricolor, a través de las elecciones, a celebrarse en unos días en Coahuila?
-¿José Ignacio Peralta podrá dejar en manos de la oposición la gubernatura de Colima?
-¿Silvano Aureoles podrá dejar en manos de la oposición la gubernatura de Michoacán?
Si no le pegan a AMLO en las urnas, de absolutamente nada habrá servido la creación de la Alianza Federalista y ni si quiera llegará a un año de vida.