Morena, el Presidente López Obrador para dejar la tesis clara, tiene 22 gobernadores rumbo al 2024. El PRI, hasta el día de hoy, tiene 3: Estado de México, Coahuila y Durango. Movimiento Ciudadano 2: Nuevo León y Jalisco. Acción Nacional comanda Aguascalientes, Chihuahua, Guanajuato, Querétaro y Yucatán.
La lógica política indica, que el partido guinda arrasará, si es que todos los gobernadores cumplen con lo que dice el “librito”. Los “amigos-empleados” del titular del Ejecutivo harán todo lo posible para que lo suceda quien él indique. Los naranjas apoyaran en sus respectivas entidades al candidato que designe Dante Delgado; y los prianistas, en alianza, apoyarían su candidato común.
Claro, hay algunas variantes.
Si en 2023 se fortalece el Gobierno de la República (iría con 24 gobernadores rumbo al 24, y podríamos estar ante el fallecimiento del PRI); o bien, con el triunfo de Riquelme y Del Mazo, seríamos testigos del resurgimiento del otrora poderoso Revolucionario Institucional.
Quizá, aunque se antoja casi imposible, todas las opciones se unen, y ofrecerían el siguiente escenario: MC-PRI-PAN-PRD vs Morena, para tener dos opciones nada más. Pro AMLOs o anti AMLOs. Algo así como lo que se ve en las redes: un bipartidismo, donde estás con él, o estás contra él. Melón o sandía.
Una variante catastrófica y una “goliza” del equipo de Macuspana, sería que cada partido fuera solo en la elección del 24, dividiendo AMLO a todos. Es decir, que presente PAN-PRD su gallo; PRI su candidato, MC el suyo, y así se pulverizaría (atomizaría) el voto opositor, en favor del “destapado” desde Palacio Nacional.
La pregunta real, la que debe importar a estas alturas, es si los 22 o 24 gobernadores (que hoy posee o tendrá) Andrés Manuel López Obrador, jalarán sin distingos con la continuación de la 4T.
Cuando empieza a perder el poder el Presidente, y están en juego la continuación de carreras, ascensos, cumplimiento de sueños y hasta jugarse la cárcel (en caso de perder las elecciones) vienen las traiciones. ¿Le darán la espalda al “jefe” o “nadarán de muertito” algunos gobernadores cuatroteístas para, en caso de perder, estar bien con el próximo presidente?
En todo el mundo, pero mucho más en México, el Presidente es el dueño del balón. Es el que firma en la chequera, y quien posee la “barita mágica” para dinamitar o cuidar una carrera política.
Muchos millones de personas apuestan a que el Presiente Andrés Manuel López Obrador escogerá a su sucesor (Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard o Adán Augusto López) y desde el rancho La Chingada seguirá dando órdenes, asignando contratos, contratando y despidiendo. Y además, que dejará un clon en el despacho. ¿Será?
Ellos, todos ellos, y el mismo Presidente deben de leer los seis tomos de La Costumbre del Poder de Luis Spota. Ahí viene la narración del ascenso y caída de un candidato presidencial, desde que es elegido hasta el primer día en que amanece y ya no es presidente de México.
Es algo inevitable.
¿Cuauhtémoc Blanco, de Morelos, será leal? ¿David Monreal, de Zacatecas, de verdad es lopezobradorista? ¿Ricardo Gallardo Cardona, de San Luis Potosí, de verdad está con el Presidente?
¿Mara Lezama, de Quintana Roo, utilizó al titular del Ejecutivo para llegar al poder, o le será fiel hasta que acabe su mandato? ¿Evelyn Salgado, de Guerrero, le habrá gustado el poder, y seguirá recibiendo órdenes de su papá y jefe? ¿Américo Villarreal, de Tamaulipas, de verdad es un santo y nunca le dará la espalda a quien lo metió de esa oficina?
¿Lorena Cuéllar, de Tlaxcala, hasta el final con su patrón? ¿Julio Menchaca, de Hidalgo, seguirá recibiendo órdenes siempre? ¿Índira Vizcaíno, será gobernadora algún día, o seguirá gerente de Colima?
La clave pues, más allá de los millones de votos que emitiremos en 2024 está en los gobernadores que hoy se dicen lopezobradoristas. Si le dan la espalda al jefe, ya ganó el candidato de oposición; pero si se cumpla la novela de Spota, el hoy Presidente podría perder y además irse a su rancho, pero en serio.