Desesperante y muy preocupante resulta el pronóstico de las últimas encuestas para los que odian a López Obrador y todo lo que huela a la Cuarta Transformación. Según los expertos, Morena y sus aliados podrían llevarse 9 de 15 gubernaturas que estarán en juego.
Triunfaría el Presidente -si hoy fueran las elecciones- en Baja California, Campeche, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Sinaloa, Sonora y Zacatecas.
El PAN se llevaría Chihuahua, Nuevo León, Querétaro y San Luis Potosí.
Dicen que hay empate técnico en Baja California Sur (entre Morena y PAN).
El diario Reforma asegura que 61 de cada 100 mexicanos sigue con el tabasqueño; De Las Heras Demotécnia dice que 63 de cada 100 mexicanos apoya al huésped de Palacio Nacional; Consulta Mitofsky le da 59 por ciento de aprobación y El Financiero 64.
Coinciden los que dicen saber, que otra vez tendrá el Presidente la mayoría en la Cámara de Diputados; es decir, que seguirá manejando sin restricciones la chequera.
¿Cómo sigue teniendo la mayoría quien es calificado como fracaso total, y quien no ha podido con el problemón de la pandemia, la peor crisis de los últimos 100 años, ni tampoco reducir los indices delincuenciales?
Unos dicen que es la fórmula del populismo y autoritarismo, y quienes lo defienden, porque es el iniciador del cambio verdadero.
Pero más allá de discutir quien tiene la razón, solamente hay una forma para ganarle las elecciones a Morena y sus aliados en el 2021: uniendo a las oposiciones.
Así es, si no se presentan juntos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y Revolución Democrática, difícilmente podrán descarrilar la 4T.
Los 21 mil 157 cargos de elección popular en juego llevan una pregunta implícita: ¿continuamos con el modelo AMLO, o le decimos hasta aquí?
E insistimos, la alianza de las oposiciones es la única vía; el PAN, PRI y PRD solos no pueden, no les alcanza, no les da. Pero unidos -los ex compañeros en el Pacto por México- despedirían a la izquierda.
Algunos aseguran que es imposible unir el agua y el aceite, y que los liderazgos locales nunca permitirían una gran alianza. Otros dicen que el hartazgo y la súplica de la sociedad sí logrará que distrito electoral por distrito electoral, municipio por municipio y estado por estado, se escoja a quien posee más posibilidades.
De esta forma, jugando con los líderes en las distintas plazas, y aventando toda la carne al asador sí se le podría dar un “estate quieto” a Morena. Pero ¿a poco algún gobernador tricolor de atreverá, cuando saben que tienen su expediente en la UIF y que su patrimonio no corresponde a lo declarado?
¿A poco los gobernadores del PAN, que no son aliancistas federalistas, se atreverán a pelear con el titular del Ejecutivo? ¿El PRD qué aporta?
Y el negocio de Dante Delgado Ranauro, Movimiento Ciudadano, le conviene ir solo, porque asegura ser el fiel de la balanza en las grandes discusiones.
Ya lo saben, sin una gran alianza, no hay manera; y sin pegarle a López Obrador en el 21, ya se pueden ir despidiendo del 24.