Tallado en molcajete; oficio en peligro de extinción

Una de las actividades milenarias, está por terminar.

El oficio de realizar manualidades con piedra volcánica como materia prima es una labor que ha traspasado generaciones, pero es una técnica que está en peligro de extinción.

Pascual Leal Marín, encargado del negocio “Artesanías Galindo”, platicó en entrevista con Notimex que este esfuerzo implica mucha dedicación pero es muy satisfactorio para su familia.

El principal producto que ofrecen a todos los turistas y pobladores de esta ciudad del estado de Guanajuato, en el centro del país, son los molcajetes o morteros de diferentes tamaños que desde hace cientos de años son un utensilio tradicional en los hogares mexicanos, aunque también producen adornos para la cocina.

“Nuestro trabajo todos los días es de hacer diseños con piedras volcánicas, es el arte que tenemos y que nos gusta mucho”, declaró Leal, quien actualmente ofrece su mercancía en la Feria de León.

Detalló que la piedra es extraída de una mina de grandes dimensiones y profundidad que descubrieron bastantes años; si ven que la piedra es enorme, le echan un cohete para partirlo y sacarla a pedazos.

La mina se localiza dentro del Cerro de Los Remedios, en el municipio de Comonfort, en la misma entidad mexicana y que forma parte del llamado Bajío o zona centro-oriental del país.

Aunque “es una zona arqueológica, nos han dado permiso para entrar ahí, tenemos autorización, llevamos muchos años trabajando ahí”, puntualizó.

El artesano contó que durante el día elaboran aproximadamente dos molcajetes grandes y uno pequeño; el tiempo de fabricación depende del tamaño, pero va de dos horas y media a tres.

Aclaró que este trabajo es muy cansado, pero todo vale la pena cuando a la gente le gusta; uno de sus objetos favoritos es un “artesano”, una figura humana hecha con piedra que a su parecer refleja cómo trabajan ellos.

Pascual aseveró que a veces “están muy bajas” las ventas; “no vendemos mucho, hay días que es poquito, pero como quiera no nos quedamos sin vender”.

El cuñado de Leal Marín se encarga de ofrecer esos productos a los ranchos y en otros asentamientos como la turística localidad de San Miguel de Allende, calificada como la Mejor Ciudad del Mundo 2017 según la encuesta elaborada y publicada por la revista Trailer+Leisure.

Los precios de los molcajetes van de 110 a 150 pesos (de seis a ocho dólares, aproximadamente) e incluso hay de 380 pesos (20.50 dólares), hechos para hacer “una buena salsa o un guacamole”, platillo elaborado con aguacate, cilantro, cebolla, limón, chile y tomate.

También hay fruteros y los llamados “tejolotes”, una piedra cilíndrica usada para triturar los alimentos en el molcajete o mortero.

Esta técnica se enseña por generaciones. “Yo aprendí porque miré a los demás compañeros, así va uno de chamaco (niño) y me gustó; entre más ganas le eche, uno será mejor”.

Desde hace ocho años Pascual Leal Marín se ha enfocado a crear artesanías; antes era albañil pero se acopló a este oficio, que considera redituable a pesar de que con el paso del tiempo podría perderse porque las nuevas generaciones desconocen qué es y cómo se hace.

“Ahorita se vende porque hay señoras todavía de antes que recuerdan esto, pero hay otras que ni siquiera saben que existen los molcajetes, no les interesa”, lamentó.

“Yo digo que algún día se puede perder por las nuevas generaciones, quienes no saben hacer una salsa así; es importante enseñarle a los niños esto, los cuales crecerán, no se les olvidará y ellos mismos les van a ir inculcando a sus hijos y así”, afirmó.

El encargado del negocio “Artesanías Galindo” platicó que la salsa hecha con molcajetes de este tipo siempre tendrá un sabor diferente a la que se prepara en la licuadora; por eso reiteró su llamado a que los padres eviten que se olvide esta práctica y se desaparezca entre las familias.

“Esto es muy reconocido entre todo México”, comentó Pascual, quien describió que el proceso para hacer el molcajete es: sacar la piedra, darle forma, analizar qué figura pueden crear y moldearla