La guerra de Trump ahora es por el acero

Industria del acero, una de las importantes en la economía local

AGENCIAS.- El mundo se ha levantado en contra del presidente estadounidense, Donald Trump, y su anuncio de imponer aranceles al acero y al aluminio. En principio, la medida quiere proteger a la industria del país contra China pero sus consecuencias son impredecibles ante una potencial guerra mundial comercial. La respuesta internacional ha sido inmediata. Aliados naturales de EEUU como Canadá y Japón han protestado y la Unión Europea ha anunciado que tomará medidas. Los mercados han tenido una reacción de miedo.

Trump ha declarado una guerra de consecuencias impredecibles desde Twitter, su trinchera favorita. Aunque faltan detalles por conocer sobre cómo se aplicarán los aranceles anunciados por el presidente y qué países se verán afectados, China es el objetivo principal. El Departamento de Comercio de EEUU ha hecho propias las acusaciones de que el gigante asiático ha inundado el mercado internacional con su acero colapsando los precios del metal.

La respuesta oficial de China ha sido pasar de puntillas sobre la decisión de Trump. El Ministerio de Exteriores se limitó a decir que Pekín instará a EEUU a cumplir con las reglas comerciales internacionales. Paradójicamente, las reacciones más enérgicas han sido las de los países aliados. “Las importaciones de acero y aluminio de Japón, que es un aliado, no afectan para nada a la seguridad nacional de los EEUU”, ha declarado el ministro de Comercio de Japón, Hiroshige Seko, a la espera de que su país no se encuentre entre los países afectados.

El ministro de Comercio australiano, Steve Ciob, ha dicho que las medidas eran inaceptables, mientras que la Unión Europea ha prometido “reaccionar con firmeza” con contramedidas que cumplen con la Organización Mundial del Comercio.

“La imposición de aranceles no hará más que distorsionar el comercio y, en última instancia, creemos que conducirá a una pérdida de empleos”, teme Ciobo. “Me preocupa que, a raíz de acciones como esta, podamos ver medidas de represalia implementadas por otras economías importantes. Eso no le interesa a nadie”, ha añadido.

El Ejecutivo comunitario comenzó a prepararse para esta situación el año pasado cuando Estados Unidos anunció una investigación y estudia medidas reactivas contra “productos de acero, agrícolas y otros” de EEUU e iniciará consultas con socios como Brasil y Canadá para intentar resolver la disputa en la OMC, han explicado fuentes comunitarias, que han precisado que también vigilarán los cambios en los flujos de las exportaciones. “Hay riesgo de un efecto dominó si otros países hacen lo mismo”, han admitido fuentes comunitarias.

Pese a que las autoridades chinas no han caído en la provocación de Trump, el vicepresidente de la Asociación de la Industria de Metales No Ferrosos de China, Wen Xianjun, ha declarado que EEUU busca “anular el orden del comercio internacional”, recoge Bloomberg del comunicado remitido a medios. El empresario asegura que no solo China responderá a la medida. Li Xinchuang, el vicepresidente de la Asociación China de Hierro y Acero, fue más allá y calificó la subida de aranceles de “estúpida”.

Pekín tiene un amplio margen de maniobra para responder a los aranceles del acero y aluminio empezando por la soja y el sorgo. Tras la imposición de tasas a las lavadoras, China empezó a estudiar restringir las exportaciones estadounidenses, algo que podría dañar a Trump en los estados más agrícolas.

La actuación de Beijing previsiblemente afectará a la demanda de la próxima cosecha de sorgo en Estados Unidos, cuyas exportaciones se emplean en gran parte para alimentar el enorme sector de ganado de China, y envía un mensaje al sector agrícola de Estados Unidos.

Posible respuesta china

El país es el principal comprador de sorgo y soja estadounidense y de su soja, un comercio internacional liderado por EEUU. China recibió 4,76 millones de toneladas de sorgo estadounidense en 2017, la mayoría de las casi 5 millones de toneladas que China importó ese año, y tienen un valor de unos 1.100 millones de dólares, según datos aduaneros chinos. Eso supone casi el doble de valor de las exportaciones de aluminio chino para Estados Unidos.

Pero las represalias pueden ir más allá golpeando los intereses de compañías estadounidenses. Con facilidad el Gobierno chino podría cambiar el proveedor de referencia de aviones en lugar de Boeing y reducir las compras de iPhone o de automóviles.

“Los lobbies chinos probablemente se apresuren a identificar las industrias estadounidenses que perderían más si aumenta la tensión comercial”, explica Pauline Loong, directora de la firma de investigación Asia-Analytica en Hong Kong, a Bloomberg. China ya ha tomado medidas serias contra el polisilicio estadounidense utilizado para fabricar paneles solares, metiendo en serios problemas productores estadounidenses.

Trump intenta proteger a las acereras del país pero el comercio de acero y aluminio de China no es tan significativo como perece. Solo representa el 0,2% del comercio mundial, y solo el 3,3% de las exportaciones de China a EEUU. La electrónica, la maquinaria, los muebles, la ropa, los juguetes o los vehículos tienen mayor peso.

Efecto en Asia

El comercio de EEUU con el acero chino apenas ha sufrido cambios en los últimos años. El problema vino a partir de 2013, cuando aumentaron las exportaciones por parte de Asia y Oriente Medio, dejando de comprar acero americano. La mayoría de analistas coinciden en que la medida de Trump apenas afectará a las acereras chinas que se encuentran a pleno rendimiento después de años de concentración.

Moody’s Investors Service ha señalado que el acero y el aluminio no son un factor económico importante ni siquiera para los grandes exportadores asiáticos, que generalmente representan menos del 1% de su PIB o exportaciones.

Sin embargo, a las siderúrgicas asiáticas les preocupa que los aranceles de los EEUU puedan provocar que sus mercados internos se saturen.

“Nos preocupa cómo reaccionan otros exportadores, qué pasará con el acero que no se puede vender a los EEUU”, explica a Reuters Vikrom Wacharakrup, presidente del grupo de la industria siderúrgica de la Federación de Industrias Tailandesas.

Consecuencias internas para EEUU

La idea de Trump para proteger a los productores de metales estadounidenses amenaza con elevar los precios para los consumidores y las empresas que compran productos fabricados con acero y aluminio. Se produce en un momento delicado para la economía de EEUU que corre el riesgo de recalentarse. De producirse la Reserva Federal se verá obligada a acelerar las subidas de tipos de interés y abocando a la economía a la recesión.

“Si los aranceles suben, meterán más presión al alza sobre los precios, y esa presión alcista sobre los precios tendrá que ser considerada por la autoridad monetaria”, ha indicado el presidente de la Fed de Nueva York, William Dudley, en un discurso Brasil el jueves.

El alcance de cualquier daño económico dependerá de la letra pequeña de las nuevas políticas de Trump y de la respuesta de los países. Algunos economistas temen que la medida abra una era de proteccionismo para la economía global.